sábado, 27 de marzo de 2010

La espiritualidad no está reñida con el sexo

Quienes consideran que la sexualidad es opuesta a lo espiritual es porque han vivido pensando que lo sexual es algo sucio, bajo y mundano en tanto que la espiritualidad sólo atañe a lo sublime, celestial y ajeno a la vida terrena.
A diferencia de esa postura, en muchos países orientales la sexualidad está muy ligada a la espiritualidad y es vivida como un acercamiento a los dioses.

Cuando una pareja logra tener una identificación y fusión emocional en sus relaciones sexuales, la experiencia vivida les deja una sensación de misticismo, pues el permitirse la entrega mutua de cuerpo, mente y corazón los lleva a sentir algo fuera de este mundo.

Sin embargo, para alcanzar este nivel de satisfacción erótica es menester que ambos experimenten sus relaciones sexuales como algo bueno, placentero y gratificante, que los haga sentir enriquecidos y fortalecidos como individuos y como pareja.

Existen parejas que viven sus relaciones sexuales como una bendición, sin tener que limitar por ello sus experiencias placenteras “sexo”. Por el contrario, son personas que saben disfrutar de sus cuerpos, de la entrega mutua y agradecen tener esa capacidad amatoria.

De hecho, ponen en práctica la máxima cristiana de “amaos los unos a los otros” y la de “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, lo cual quiere decir, en resumen, que si uno se ama, es capaz de amar a los demás.

Y si es así, es porque está contento y satisfecho con las cosas que tiene, con lo que recibe de su pareja, amigo o amante y de las relaciones que mantiene con ellos.

En prácticamente todas las civilizaciones y en todos los pueblos, por primitivos que sean o hayan sido, las relaciones sexuales están ligadas a algún aspecto espiritual.

No por nada se han creado dioses y diosas de la fertilidad y del amor (como entidades separadas por lo general), para darle esta connotación a la convivencia sexual humana, pues en ésta los dos se entregan y permiten el contacto con partes de su cuerpo que no están disponibles para cualquiera.

Los libros sagrados de las principales religiones tienen apartados especiales para abordar el aspecto espiritual de la sexualidad. En la Biblia es “El Cantar de los cantares”, y los hindúes lo hacen en sus magníficos textos del Kamasutra, por ejemplo.

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Debido a la educación represora que experimentan algunas personas, nunca logran apreciar el lado espiritual de la sexualidad y tienen que recurrir a mecanismos defensivos psicológicos como la escisión, la represión o la negación, para permitirse gozar sexualmente sin sentirse culpables ni malos por ello, aunque no alcancen el nivel de satisfacción de quienes no necesitan recurrir a tales defensas.

Quienes han sido educados amorosamente en el conocimiento de la sexualidad son más capaces de vivir la parte mística que se logra durante el orgasmo, de experimentar una sensación de fusión, de ser uno con el otro con placer, dejando una agradable sensación que mejora el estado de ánimo general.

Las personas que han logrado superar sus inhibiciones, miedos, temores, culpas y prejuicios tienen más posibilidades de alcanzar un gran placer sexual, sentimental y amoroso, sintiéndose bien consigo mismos y en concordancia con sus valores y principios morales.

Para permitir la cercanía corporal, emocional y espiritual es necesario desprenderse del temor, dejar de lado la individualidad y abandonarse a las sensaciones placenteras que produce el contacto con el otro al mismo tiempo que surge el deseo de gratificar al compañero sexual de la misma manera, en un anhelo por compartir el gozo y el disfrute que la interrelación genera.

Estas experiencias contribuyen a la maduración personal, lo cual acerca a las personas a mejores posibilidades de realización personal, emocional, sentimental, sexual y espiritual, alimentando el deseo de repetir la experiencia de manera cotidiana, con el consiguiente bienestar general.

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