jueves, 29 de abril de 2010

Decirse gay no es obedecer a una moda o tratar de ser más sofisticado

Es sentir que formas parte de algo y haber elegido crecer sin negar tus emociones o tu necesidad de amar; un acto de valor del que finalmente, bien puede uno sentirse orgulloso.

Es muy probable que alguna vez hayas escuchado un chiste, de entre los tantos que se cuentan con desenfado en las fiestas familiares y reuniones de trabajo, que habla de cómo un hijo llega tímidamente con su padre y le dice: “Papa, soy gay”, a lo que el padre responde con una serie de cuestionamientos acerca de si el chamaco en tiene un departamento en la Condesa, un auto BMW o estudios hechos en alguna universidad de muy elevado prestigio. Ante las sucesivas negativas del hijo, quien estudió en una universidad pública, viaja en metro a dondequiera que va y vive con sus padres en un departamento de interés social. El padre concluye tajantemente que su confundido retoño definitivamente no es gay, sino un homosexual ordinario.

Hasta hace algunos años, ser gay era socialmente visto como una sofisticación de lo homosexual, una moda frívola que trataba de abordar con eufemismos todo lo relacionado con una sexualidad disidente; percepción que aparecía en los chistes, en los medios de comunicación y donde fuera que el tema saliera a flote.

Quien se decía gay, entonces, adquiría la obligación de ser tan sofisticado y socialmente exitoso como la misma palabra lo era; y, como en el chiste líneas arriba, si no eras suficientemente “gay”, según el estereotipo, no tenías posibilidad de dejar de ser un simple homosexual.

Hoy, ser gay aún involucra la posibilidad de ser todo lo anterior, pero no exclusivamente. De hecho, sucede que actualmente puedes ser homosexual, pero jamás considerarte gay; ¿qué es ser gay, entonces?

Vamos desde el principio. Un día, no habiendo llegado siquiera a la edad de la pubertad, caes en la cuenta de que sientes más atracción por tus compañeritas que por tus compañeritos de la escuela, o, si eras niño, más por ellos en sus uniformes de educación física que por ellas queriendo jugar contigo a la casita. Paulatinamente te vuelves consciente de que eso no es lo que se acostumbra, ya que creciste al cobijo de unos padres heterosexuales y muy de cerca a personas de comportamiento heterosexual. Llega ese momento y de golpe te cae el veinte: eres diferente.

Vas creciendo y la conciencia de esa diferencia es cada vez más contundente, mientras escuchas a tu madre hablar de cuando tu tengas tus propios hijos, de cuando su hijito encuentre una mujer que le aguarde en casa o, en su caso, cuando su pequeña consiga a un hombre al cuál amar para toda la vida. Te cuentan historias heterosexuales de personajes heterosexuales en situaciones heterosexuales para que aprendas como funciona el mundo: te consigues una pareja de sexo distinto al tuyo, repito: distinto, y haces una familia a la cual vas a mantener o vas a cuidar celosamente desde el seno del hogar; serás el pilar de un nuevo núcleo social y preservarás nuestras tradiciones y nuestros genes. Estarán orgullosos de ti.

¿Y quién no quiere que estén orgullosos de uno?

Pero te gustan los otros niños o las otras niñas que, en definitiva, no tienen un sexo diferente al tuyo, y el tiempo pasa y el conflicto crece, hasta el momento en que tienes que elegir

Tienes dos posibilidades: en una de ellas puedes hacer como que nada sucede; todo esto es transitorio y con el tiempo, más tiempo todavía, se te irá pasando. Aprenderás a no querer tanto, a enamorarte de las unas y no de los otros, o corregirás tus afectos para sentir lo que te han enseñado que es lo correcto sentir.

Como nadie tiene que enterarse, guardarás silencio y harás justo lo contrario de lo que sientes que es tu deseo hacer. Y al final, frente a tu conducta heterosexual, tus padres sonreirán por ver en ti lo que siempre pensaron que serías, en tanto que tú reprimes tu frustración ante todo esto que jamás hubieras querido ser y guardas tu homoerotismo al interior de una permanente clandestinidad. Elegiste no ser gay.

La segunda posibilidad te lleva al sentido contrario, es decir, asumes que tus emociones hacia quienes son de tu mismo sexo son claras, es socialmente incómodo, pero así eres, y decides trabajar en reconciliarte con ese homoerotismo. También es un camino difícil, porque ya nadie hay que te diga como funciona el mundo, no hay quién te de consejos o te oriente a lo largo del proceso. De estar solo o sola, empiezas a hacer distancia de quienes te piden una conducta heterosexual y te aproximas a quienes pueden entender la manera en que se manifiestan tus sentimientos; en breve, descubres que no es necesario estar solo.

Habiendo aceptado amar a otros hombres o a otras mujeres, y renunciado a mucho de lo que implica ser heterosexual, encuentras a gente que también ama como tú lo haces, y que puede entregarse a personas de su mismo sexo con idéntica pasión. Te identificas con ellos y adoptas para ti ese estilo de vida donde carece de importancia si eres una mujer que ama a otras mujeres o un hombre que se enamora de otros como él.
Esta posibilidad es, efectivamente, elegir ser gay, si bien jamás elegiste que te gustaran otros hombres u otras mujeres; y a partir de esa elección continúas construyéndote como un ser humano, integralmente, involucrando la importancia de tus afectos en tu proyecto de vida y recibiendo el apoyo de otras personas.

Al definirte gay puedes incluir a otros en la estructura de tu vida, quienes elijas, incluidos aquéllos que en otro momento esperaron de ti una forma distinta de amar; sin embargo esa es otra decisión que depende tan sólo de ti.

Nadie puede decirte qué elección es la mejor ni cuál te garantiza la felicidad. No hay garantías. Pero lo que es claro, es que decirse gay no es obedecer a una moda o tratar de ser más sofisticado; ser gay es sentir que formas parte de algo y haber elegido crecer sin negar tus emociones o tu necesidad de amar; un acto de valor del que finalmente, bien puede uno sentirse plenamente orgulloso.

martes, 6 de abril de 2010

Conveniencias de los escritores de la Biblia o simplemente mera mala interpretación de ella.

No es una novedad que muchos cristianos que son gays llevan una lucha entre su fe y ser personas con una sexualidad activa. Y es que las iglesias tradicionales en vez de incluirlos en muchos de los casos los han hecho sentirse marginados, razón por la cual terminaron alejandose de la iglesia. Sobre la homosexualidad y el cristianismo se tienen muchos mitos en la cabeza, es difícil traer ciertas ideas abajo o defender una posición cuando no se conocer con exactitud del tema.
Con este artículo pretendemos echar más luz a ese camino que en vez de ser oscuro debería tener luz y no tinieblas. Porque la fe se ha hecho para vivirla y no juzgarla como ciertas iglesias lo hacen. La Biblia, en nuestra sociedad Judeo-Cristiana, es conocida como la guía principal para muchas personas, resulta interesante ver como muchos cristianos toman literalmente las referencias a los actos homosexuales, mientras que interpretan otros textos con una gran flexibilidad. Hace algún tiempo escuche a una mujer, conocida, que en su campana hablaba en contra de la homosexualidad. Ella se paso una hora aproximadamente hablando del libro de Levíticos

y seguramente los que la escuchaban aceptaron mucho de lo que ella decía, sin embargo, ella misma había roto muchas reglas del libro del Levíticos o de la Biblia, pues a las mujeres no se les permitía que hablaran en la iglesia, ni que enseñaran a los hombres, ni que llevaran vestidos hechos de algodón o de poliéster, y otras leyes que se encuentran en el Levíticos y de las cuales seguramente ella no era consciente en lo absoluto.

¿Qué dice la Biblia sobre la homosexualidad? Realmente, muy poco. Jesús no dijo nada, que es lo más significativo. Nos llama la atención las pocas veces que la Biblia toca esta problemática, mientras que a otros temas como (Ej. juicios, orgullo, hipocresía) sobre lo cual si hablan mucho las escrituras, reciben una atención mucho menor y menos apasionada, a todo esto debemos preguntarnos el por que, para poder obtener un juicio equilibrado.

Antes de adentrarnos en el tema, observemos como cada persona entiende las escrituras a través de la luz de lo que se le ha enseñado.

Primeramente debemos conocer que la Biblia no fue escrita en un vacío cultural sino en una cultura y un pueblo determinado, y muchas de sus instrucciones y leyes (Ej. prohibición de comer el cerdo) hoy las clasificamos simplemente como menos relevantes o importantes.

En ninguna parte de la Biblia está la idea de condenar a las personas que son homosexuales. Estas declaraciones, sin excepción, se dirigen a ciertos actos homosexuales. Los escritores bíblicos no tenían ninguna comprensión de la homosexualidad como orientación psico-sexual. Esta verdad es un descubrimiento relativamente reciente. Los autores bíblicos se referían a los actos homosexuales realizados por personas heterosexuales que asumían esta postura con relación al sexo.

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LA HISTORIA DE SODOMA Y GOMORRA

El texto de la historia de Sodoma y Gomorra es el principal para que muchos lo utilicen para condenar la homosexualidad. Esta historia se ha interpretado a menudo como el aborrecimiento de Dios hacia la homosexualidad.

Según el texto bíblico, dos ángeles en forma de hombres fueron enviados a Sodoma y Lot los invito a su hogar. Mientras que estaban allí los ángeles, todos los hombres de la ciudad, "desde el mas joven hasta el mas viejo, rodearon la casa -- " y exigían que sacaran a los visitantes, gritando, "Donde están los hombres que vinieron a tu casa esta noche? Sácalos! Queremos acostarnos con ellos" (Génesis 19, v 5). Lot salió y pidió a los hombres que dejaran a sus huéspedes y tomaran a sus hijas que aun no conocían ningún hombre. Los hombres de la ciudad se enojaron y decidieron tumbar la puerta, pero los visitantes de Lot alargaron la mano y lo metieron dentro de la casa.

Hay varios problemas con la interpretación tradicional de este pasaje. Lo que el escritor bíblico quiere resaltar no es el hecho de la homosexualidad sino la inhospitalidad y la injusticia de sus habitantes, lo cual esta considerado como el pecado de Sodoma

Jesús mismo se refiere a la inhospitalidad de Sodoma. ¿Si los hombres eran homosexuales, por qué Lot les ofrecería a sus hijas? Lo que se resalta aquí es la amenaza de violación. El punto significativo entonces es que toda violación es considerada como un acto horrible por Dios. La historia merece otra lectura por todos nosotros.

Debe de observarse que todos los hombres de Sodoma no podían ser homosexuales, pues no habría necesidad de destruirlos, ya que una comunidad donde no se procree esta destinada a morir sin herederos. Posiblemente era un grupo de hombres malvados que trataban de abusar de personas que eran diferentes, y es irónico, que la gente lesbiana y gay cargue con la culpa o sea la victima de este pecado

Aunque la interpretación tradicional de la historia de Sodoma falla como discusión contra la homosexualidad, hay varios pasajes del Antiguo Testamento que condenan actos homosexuales. Una vez más debe de observarse que estos pasajes bíblicos no se ocupan de la orientación sexual hacia personas del mismo sexo, ni hay ninguna referencia a las lesbianas o a los gay.

LOS ACTOS HOMOSEXUALES
En el Antiguo Testamento existen dos referencias a los actos homosexuales los cuales se encuentran en Levíticos 18:22 y Levíticos 20:13. Pero estos pasajes bíblicos son una parte del código de los Levíticos, que no es guardado por los grupos cristianos. Si fuera obligatorio cumplir este código, todo cristiano estaría excomulgado o seria ejecutado.

Se ha discutido lógicamente que la ciencia y el progreso han hecho que muchas de las leyes de Levíticos sean inaplicables para nosotros en el día de hoy. Por ejemplo, Tim LaHaye indica que, aunque las leyes de Levítico prohíben la relación sexual durante la menstruación, actualmente las autoridades médicas no opinan que la misma sea perjudicial y, por lo tanto, no es visto como pecaminoso.

Él explica más adelante, que esas leyes fueron dadas hace 3.500 años antes de que existieran las duchas y los baños, antes de los tapones, los desinfectantes, y otros medios que han sido inventados para mejorar la higiene femenina.

Con esto, LaHaye nos hace ver esta ley como inaplicable para nuestro tiempo actual. Es irónico que, en su libro, “El gay infeliz”, las leyes del Levítico sea una de las principales piedras angulares, en las cuales se apoya.

Muchas leyes del código de su Santidad actualmente son inaplicables ahora para nosotros como ley moral.

Otra de las costumbres a considerar era que en aquellos tiempos, tener niños era de importancia excepcional para los hebreos en edades tempranas, ahora para el hombre actual es menos relevante por la superpoblación.

La Biblia nunca trata de la relacion del amor homosexual, pero si tiene varios pasajes del amor entre personas del mismo-sexo. El amor de David por Jonatan, cuando expresa sus sentimientos al enterarse de la muerte de su amigo Jonatan:

…“ Angustiado estoy por ti, Jonatan, hermano mío ! Con cuanta dulzura me trataste! Para mi tu cariño superó al amor de las mujeres”... 2 Sam. 1, 26

Otro ejemplo es la relación de Ruth con Noemí, donde se manifiesta un amor profundo, un amor que enlaza. Como podemos apreciar la Biblia valora el amor entre las personas del mismo sexo

jueves, 1 de abril de 2010

JAJCFB


Elijo a mis amigos no por la piel u otro arquetipo cualquiera,
pero sí por sus pupilas.
Tienen que tener un brillo cuestionador y tonalidad inquietante.
No me interesan los buenos de espíritu ni los malos de hábitos.
Me quedo con aquellos que hacen de mí loco y santo.
De estos no quiero respuesta, quiero mi revés.
Que me traigan dudas y angustias
y aguanten lo que hay de peor en mí.
Para eso, sólo siendo locos.
Los quiero santos para que no duden de las diferencias
y pidan perdón por las injusticias.
Elijo a mis amigos por la cara limpia y por el alma expuesta.
No quiero solamente el hombro o la falda,
quiero también su mayor alegría.
Amigos que no ríen juntos, no saben sufrir juntos.
Mis amigos son todos así: mitad tontería, mitad seriedad. Mitad rebeldía
No quiero risas previsibles ni llantos piadosos.
Quiero amigos serios,
de aquellos que hacen de la realidad su fuente de aprendizaje,
pero que luchan para que la fantasía no desaparezca.
No quiero amigos adultos ni estudiantes.
Los quiero mitad infancia y otra mitad vejez.
Niños, para que no olviden el valor del viento en el rostro,
y viejos, para que nunca tengan prisa.
Tengo amigos para saber quién soy.
Pues viéndolos locos y santos,
tontos y serios, niños y viejos,
nunca me olvidaré que la normalidad es una ilusión imbécil

¿ES SOLO SEXO Y NADA MAS?

Si en una pareja la intimidad se hace rutina, el riesgo de una ruptura es inminente, pues la parte de los sentimientos amorosos, que liga y une a las personas, queda marginada

Las relaciones sexuales suelen ir ligadas a sentimientos afectuosos para con la otra persona, lo que genera un interés en su satisfacción, incrementando así el placer. En algunos casos, sin embargo, se tiene contacto sexual por el sexo mismo. Una “canita al aire” describe lo que ha sido una relación sexual sin mayor implicación, a veces bajo los efectos del alcohol o de la irresistible atración sexual que la otra persona ejerció sobre uno.

En la adolescencia, los impulsos sexuales suelen llevar, sobre todo a los varones, a mantener relaciones sexuales atraídos sólo por el físico y el puro deseo sexual. En estos casos, la satisfacción de la otra parte no se toma en cuenta, pues ni siquiera se piensa en considerarla dada la urgencia del desahogo sexual.

En algunas situaciones de pareja, sobre todo cuando hay distanciamiento afectivo, también se dan estas relaciones sexuales, en las que la persona utiliza a su parej para calmar su tensión sexual, sin tomarla en cuenta. La pareja se siente “usada”, quedándose con una sensación de vacío emocional y de insatisfacción sexual.


El sexo por el sexo, en el caso masculino, tiene su modelo ancestral en la prostitución. En este tipo de relaciones en las que el hombre contrata un servicio sexual, sin importarle lo que sienta la otra persona y quien se prostituye alquila su cuerpo a cambio de dinero, desconectándose de cualquier sentimiento o deseo sexual con su cliente.

Para algunas personas, este tipo de contacto sexual llega a ser una obsesión y necesitan tener relaciones con muchas personas sin ligarse emocionalmente; viven las relaciones sexuales como si tratarán de hacer una colección que les da seguridad en sí mismos, como en el caso de los excesos sexuales y de las ninfomanías. En otros, obedece a una necesidad inconsciente para contrarrestar sus miedos a la impotencia —“mientras más sexo tenga, menos posibilidades habrá de que lo sea”, piensan—.

Cuando el contacto se da de manera ocasional y esporádica, puede ser satisfactorio para quien lo practica, no así para quien es objeto de dicha relación.
Si en una pareja el sexo por el sexo se hace rutina, el riesgo de una ruptura es inminente, pues la parte de los sentimientos amorosos, que liga y une a las personas, queda marginada, provocando que el interés personal se enfríe porque en esas circunstancias suele disfrutar uno de los dos, en demérito del placer del otro. Pero también existen las parejas que deciden relacionarse sólo por el placer sexual que ambos obtienen; han llegado al acuerdo de disfrutar sólo de la relación sexual sin mayores compromisos. Se sienten atraídos físicamente y saben disfrutar del intercambio sexual sin esperar ni desear nada más de su relación sexual. Suelen ser los amantes que simple y sencillamente quieren disfrutar uno del otro. Los problemas surgen cuando uno de los dos desea algo más que el sexo.

Cuando el interés y el deseo sexual se han visto afectados por los problemas de la convivencia, en algunas parejas se suele aceptar este tipo de contacto con tal de que la pareja “no se enoje” o “no lo busque en otro lado”. Son personas que se dejan usar sin participar ni disfrutar de la relación. Desconectan sus emociones con la consecuente frustración sexual y afectiva. Para resolver estas dificultades, la pareja debe dialogar sobre sus sentimientos y llegar a acuerdos que beneficien a ambos. Si no lo logran, se debe buscar ayuda profesional.